miércoles, 11 de agosto de 2010

Ocho

Ocho campanadas
y la catedral drena su piel

es la jornada
en que los rostros destiñen los rostros
imágenes aferradas
a antiguos rebaños
que pronuncian la hora de gritar

enjauladas las gargantas
entonan la melodía
de lo que pudo

haber sido

oración uno
dos
y tres
no se separen
que atrofiados los cuerpos
se reza mejor

sumen capítulos
versículos
y Salmos
e imploren el perdón
ante los ojos del vacío

el perdón del reflejo roto
y el camino a casa

el perdón de las raíces sembradas
en la mandíbula
del que no se puede masticar.

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