la otra es esta que se encarna en los márgenes corriendo dejaré la ciudad la enredadera de sal que engendraste en mí/ cuerpo oscuro semilla tuya anunciando una música opaca/ los recuerdos que dejaste se arrastran trepando la cama entrometen sus manos/ puedo acabar con tu voz puedo hacer de tu lengua una línea minúscula trazo borrándote con la punta de los dedos.
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el mar es el que mira al hombre y no al revés dicen humareda remolinos encostran espirales olas conforman el viaje/ somos siquiera la imagen que desapareció en el pestañeo de alguien blanco entrando a un ojo semiabierto alas inmensas se quiebran antes de/ podremos soplar cenizas pero las huellas en las rodillas no.