7.
Está solo. Y desde el instante en que empieza a
respirar,
no está en ningún sitio. Muerte plural, nacida
en las mandíbulas de lo singular,
y la palabra que construiría un muro
a partir de la piedra más interna
de la vida.
Por cada cosa de la que habla
él no es,
y a pesar de sí mismo,
dice yo, como si también él empezara
a vivir en todos los otros
que no son. Pues la ciudad es monstruosa,
y no hay en la boca
fugas
que no devoren la palabra
de uno mismo.
Por lo tanto, están esos muchos,
y están
todas esas vidas talladas
en las piedras de un muro,
y aquel que fuera a respirar
aprenderá
que no hay más destino
que éste.
Por lo tanto, empieza de nuevo
como si fuera la última vez
que respirase.
Pues no hay más tiempo. Y lo que empieza
es el final del tiempo.
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