Si ustedes supieran qué diferente está esta noche. Son las tres de la madrugada, tengo uno de mis insomnios. Bebí una taza de café, ya que en realidad no iba a dormir. Le puse demasiada azúcar y el café quedó horrible. Oigo el ruido de las olas del mar rompiéndose en la playa. Esta noche está diferente porque, mientras duermen, estoy conversando con ustedes. Interrumpo, voy a la terraza, miro la calle y la franja de playa y el mar. Está oscuro, tan oscuro. Pienso en personas que me gustan: todas están durmiendo o divirtiéndose. Es posible que algunas estén tomando whisky. Mi café entonces se transforma en más dulzón aun, en más imposible aun. Y la oscuridad se vuelve mayor. Estoy cayendo en una tristeza sin dolor. No es malo. Forma parte. Mañana probablemente tendré alguna alegría, también sin grandes éxtasis, sólo alegría, y eso tampoco es malo. Sí, pero no me está gustando mucho este pacto con la mediocridad de vivir.
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